Para no caer en la trampa de la sugestibilidad el entrevistado debe conocer el lenguaje infantil porque es un lenguaje más limitado que el de los adultos ya que como dice Manzanero (2010), los niños de menos de tres años no tienen un lenguaje y raciocinio apropiado para la codificación e interpretación de la información.
A partir de tres años es cuyo los niños empiezan a tener la capacidad para interactuar y así lo explican Silva, Manzanero y Contreras (2016) cuyo dicen que un niño de tres a seis años puede comprender las preguntas que se le realicen y describir la experiencia vivida según sea su capacidad del lenguaje.
Pero se debe tener mucho cuidado porque incluso las palabras aparentemente comunes y fáciles podrían ser difíciles para los niños y su comprensión, incluyendo las proposiciones que sean cortas porque, a pesar de ser cortas, pueden ser difíciles para ellos (Aldridge y Wood, 1998). Puede llegar a parecer que el menor nos entiende pero no dice nada, esto es debido a que la capacidad de comprensión del lenguaje va por delante de la capacidad de expresión (Carrasco, 2012). Estos son detalles que un buen entrevistado debe conocer y es responsabilidad del entrevistador detectar que problemas tiene el niño al entender distinto vocabulario para ajustar su lenguaje (Carrasco, 2012). El entrevistado debe adaptar su lenguaje y expresiones según las capacidades del menor al que se esté tratando y la forma más apropiada para que no haya malentendidos es realizar frases sencillas y cortas porque evitan el uso repetitivo de tiempos verbales y pronombres (Wilson y Powell, 2001).
Pero no solo es importante el lenguaje sino también la forma de hablar, Muñoz, Guerrero, Sotoca, Terol, González y Manzanero (2016) señalan que tiene que ser un tono cálido que tenga un ritmo pausado, se evitará infantilizaciones del lenguaje, evitar el exceso de simpatía para no provocar ganas de complacer, se ajustará el lenguaje al niño incluyendo la conjugación, se usarán frases cortas y sencillas que el niño entienda. Por otro lado, Carrasco (2012) explica que si no se entiende algo, se repite con una gramática, vocabulario más sencillo y se expone el mensaje verbal en consonancia con el lenguaje corporal, pero no sólo esto sino que el entrevistador se asegurará que el niño entiende todos los conceptos (Garrido y González, 2017).
En esta primera parte del lenguaje infantil se ha visto generalidades y en la segunda se reflejará vocabulario concreto y específico del lenguaje infantil. Lo primero que hay que conocer, es que aunque el niño conozca las palabras que se le están diciendo, podría ser que no pueda entender lo que se le dice (Carrasco, 2012). Una recapitulación de conocimiento sobre vocabulario infantil sería el siguiente:
Los niños usan incorrectamente las palabras “antes” y “después” ya que sólo saben utilizarlas en situaciones comunes y que repiten constantemente (Poole y Lamb, 1998).
Walker (1994) dice que por los menos hasta los seis años los niños asocian el verbo “tocar” a sólo “tocar con manos” y si les tocan con otras partes distintas a las manos o con objetos no lo asociarían.
Hasta los ocho o nueve años no comienzan a comprender que significa el verbo “recordar” (Cantón, 2000).
Hacia los diez años no entienden los términos de parentesco con total comprensión (Cantón, 2000).
Los vocablos “esto/eso”, “aquí/allí”, “venir/ir” o “traer/llevar” suelen ser parte del lenguaje rutinario del menor pero no significa que lo entienda porque un 90% de comprensión llega a los siete años (Cantón, 2000).
La voz pasiva no se domina hasta los diez a trece años (Cantón, 2000).
Hasta los once años los niños no comprenden que una persona puede tener emociones negativas y positivas con una misma persona (Carrasco, 2012).
Aldridge y Wood, (1998) nos dan unas señas sobre la capacidad del lenguaje de los niños para entender preguntas:
· Con 17 meses de edad comprenden que se responde con sí o no a algunas preguntas pero no saben el significado.
· Con 20-22 meses de edad saben contestar a preguntas hechas en positivo.
· Con 30 meses de edad saben contestar a preguntas hechas en negativo.
· Antes de 7 años de edad no saben muy bien contestar a preguntas sobre personas, objetos o sucesos que no están presentes.
· En las preguntas los niños dominan “qué”, “dónde” y “quién” antes que “cuándo”, “cómo” y “por qué”. Hasta los 8 años e incluso más tarde no se domina el “por qué” y “cómo”.