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3.1 Preparatorios

Esta parte se encuentra compuesta por la formación académica del especialista, preparación del expediente, preparación de la entrevista y cómo se debe comportar en entrevistador.

1.    PREPARACIÓN ACADÉMICA DEL ENTREVISTADOR
Esta fase es el inicio del proceso para desarrollar una entrevista y en la que se marca que un especialista sin formación no puede realizar una entrevista a una víctima ASI. La formación del especialista debería estar compuesta por la base de un conocimiento científico y este será:

Concepto, tipo y funcionamiento de memoria.
Errores típicos del recuerdo infantil. Falsas memorias o mentiras.
Memorias tempranas. Amnesia infantil.
Exactitud del recuerdo infantil.
Sugestibilidad infantil.
Lenguaje infantil.
Modelos de entrevista
Estos conocimientos han sido explicados en el marco teórico de este trabajo.

2.    PREPARACIÓN DEL EXPEDIENTE
En esta etapa se realizará una recopilación de toda la información sobre el caso, para una vez analizada proceder a la entrevista. Garrido y González (2017) exponen que en cuánto se tenga conocimiento de un abuso sexual infantil lo más importante es reunir la mayor cantidad de información sobre los hechos ocurridos.

El objetivo es disponer de la mayor cantidad de información para poder planificar una entrevista y no caer en precipitaciones que den lugar a la repetición de la entrevista (Garrido y González, 2017). La información se recopilará a través de entrevistas con familiares, cuidadores, profesores, agentes que reciban primera denuncia o cualquier persona que tenga conocimiento de su entorno. Se debe llevar a cabo la entrevista con representantes legales o cuidadores de la víctima que sea especialmente vulnerable para conseguir información sobre sus rutinas diarias, hechos que ya les hayan contado o estado psicológico (González et al., 2013). La información que se recopilará para el expediente de una víctima vulnerable será (Alemany, A., Quintana, J. M., Recio, M., Silva, E., Manzanero, A. L., Martorell, A., y González, J. L., 2012):

Primera verbalización víctima sobre el hecho. Dónde, cuándo, a quién, qué personas estaban presentes y cómo reaccionaron, qué y cómo se le ha preguntado y qué ha pasado, además de averiguar si se ha grabado esas revelaciones.
Rutinas de la víctima. Si los hechos han producido cambios en su vida cotidiana.
Verbalizaciones sucesivas. Cuántas veces lo ha contado y si ha añadido, cambiado u omitido información.
Identificar el lugar de los hechos, testigos y personas relacionadas con el lugar.
Posibles itinerarios antes y después de los hechos, así como tiempos en recorrerlos y revisión de cámaras si fuera la vía pública.
Si acceso al lugar es voluntario o forzado.
Relación entre víctima y autor si se conocen.
Descripción de autor que hagan víctima o testigos.
Carrasco (2012) señala que los niños aportarán gran cantidad de información aunque no son las únicas fuentes de información ya que muchos datos de los que se obtengan vendrán de las entrevistas que se realizan a los padres. Pero no tienen por qué ser los padres las fuentes de información más útiles porque las mejores personas para obtener información son las personas que más tiempo pasan con los menores como los profesores.

González (2015) dice que se preguntará a los adultos como supieron lo que sucedía, que repitan literalmente lo que le verbalizaran los menores, atender a estado mental, físico, vocabulario, edad y grado de desarrollo, inteligencia o dificultades de aprendizaje, capacidad de comunicación, comprensión. Se les preguntará sobre las rutinas familiares y escolares del menor, los cambios de comportamiento, sobre lo que sabe el menor en el ámbito sexual o como llama a los órganos sexuales (Garrido y González, 2017). Se les preguntará por fortalezas y debilidades del niño, problemas conductuales, preocupaciones del niño, motivaciones o como manejan los problemas (Carrasco, 2012). La entrevista a personas adultas sobre el menor y su contexto social persigue tres fines (Muñoz et al., 2016):

El primero, es seguir consiguiendo información para contrastar la hipótesis.
El segundo, es conocer datos del menor sobre sus hobbies o gustos que faciliten el rapport.
El tercer fin es lograr una narración sobre alguna experiencia que haya vivido no hace mucho para apreciar más tarde con el menor el tipo de narración que tiene el niño.
La entrevista con los adultos busca crear una línea base con el menor sobre algún acontecimiento (Garrido y González, 2017) y si los padres conviven, se puede realizar la entrevista conjunta para ver su interacción, si no conviven, será mejor por separado para evitar que se desprestigien el uno al otro (Carrasco, 2012). En la entrevista con los adultos se puede solicitar el consentimiento para la exploración del menor y para la grabación en vídeo de la entrevista (Muñoz et al., 2016). Carrasco (2012) dice que hay que tener cuidado, ya que si se ha obtenido información de diferentes fuentes se puede encontrar que la información no es igual y que estas diferencias se dan también entre información que dan varios adulos ya que aunque sean diferentes las versiones, no hay que pensar que unos son más fiables que otros.

La entrevista con los adultos no debe finalizar con el mero relato y Muñoz et al., (2016) dan unas orientaciones para decirle a los padres una vez se ha realizado la entrevista con ellos:

·         No hablar con el niño de los hechos denunciados.

·         Actuar con normalidad si el niño quiere hablar de lo que ha pasado pero no procurar sacarle más información ni decirle al niño que deje de lado los sentimientos que se produzcan.

·         No echar la culpa al menor de lo que ha pasado.

·         No preguntar que si no pudo haber actuado de forma distinta y que por qué no dijo lo sucedido antes.

Garrido y González (2017) señalan que la orientación se encamina a tranquilizar, a volver a remarcarles que no se hable de lo ocurrido con los menores y a clarificar como es el procedimiento.

Scott y Manzanero (2015) dicen que una vez analizada la información disponible se comienza a generar y falsar hipótesis, y puede resultar que como consecuencia del análisis resulte que el menor no ha vivido los hechos que se denuncian. Muñoz et al. (2016) da cuatro opciones que pueden haber provocado el relato falso de un hecho no vivido por el menor:

Primero, el recuerdo se induce al menor y este no sabe su certeza provocando una falsa memoria.
Segundo, el recuerdo nace de una fabulación y el menor está convencido de que es verdad.
Tercero, el menor está contando una mentira por alguna motivación.
Cuarto, el menor cuenta un relato falso porque sufre alteraciones provocadas por el olvido o su memoria.
Aunque por el contrario también se puede dar que los relatos sean verdad pero sufran alguna distorsión o falta de exactitud y estos hechos de inexactitud en relatos reales pueden ser provocados por tres hechos según Muñoz et al. (2016):

Primero, factores de codificación, almacenamiento o recuperación.

Segundo, tipo de victimización si ha sido un hecho o son muchos los hechos sufridos.

Tercer, por la capacidad del niño para relata que tiene límites.

3.    PREPARACIÓN DE LA ENTREVISTA
Hay una serie de requisitos que se tendrán en cuenta a la hora de proceder a realizar una entrevista ya que forman parte de la base de un buen entrevistador. Se procede a la planificación de la entrevista, esto incluye organizar la fecha y hora, saber que material de apoyo se va a necesitar, así como qué medios técnicos, y planificar el lugar donde se va a realizar la entrevista (Garrido y González, 2017).

Tiempo transcurrido entre hecho y entrevista.

Se animará a denunciar porque es corriente que existan pensamientos de inadecuación o de autoinculpación (Alemany et al., 2012). Es importante reducir el tiempo de espera para que declare el menor porque cuánto más tiempo pasa más se daña la memoria (Manzanero y Álvarez, 2010) y se debe tener cuidado si la entrevista es en un momento próximo al hecho ocurrido porque el niño puede que no sea capaz de relatar en un momento cercano al hecho por motivos de estar en shock, agotamiento… (Myers, 2005).

Duración de la entrevista.

La duración de una entrevista a una persona especialmente vulnerable es el mínimo imprescindible (González et al., 2013) aunque otros autores se atreven a marcar un tiempo aproximado como cuando dicen que la entrevista ideal podrá ser de unos 45-60 minutos con un período de entre 5-7 minutos para la despedida (Juárez, 2005). Una entrevista extensa agota psicológicamente al menor y no se recomienda que la entrevista dure más de 60 minutos ni en circunstancias favorables (Muñoz et al., 2016). Durante la entrevista hay que observar la existencia de signos de pérdida de concentración o signos de fatiga ya que si aparecen es mejor terminar (Carrasco, 2012).

Descansos.

En las entrevistas con los menores hay que hacer descansos frecuentes porque el periodo de concentración de un niño es menor al del adulto (González, 2015). Si el niño es inquieto o agresivo se retirarán de su alcance objetos peligrosos o delicados (Carrasco, 2012) y se debe conocer que es un error frecuente que el entrevistador no deje tiempo o descanso al menor y se precipite haciendo preguntas.

Fecha y hora.

La fecha y hora de la realización no interrumpirá las rutinas del menor (Garrido y González, 2017). La entrevista no tiene que coincidir con las horas de sueño o en las que se compra, tampoco coincidir con actividades importantes para un menor como es un cumpleaños ya que solo se consigue que el menor tenga mala predisposición (Carrasco, 2012). Significa no realizar la entrevista por la noche cuando es hora de cenar o de dormir, a la hora de comer, a la hora de que entrena a fútbol o asiste a clases particulares, así como que la fecha no coincida con fechas puntuales como pudiera ser su cumpleaños, el fin de semana que los llevan a un campamento para pasar el tiempo con monitores y amigos... En definitiva, se trata de no privarle de actividades de distracción o actividades que de no tenerlas podrían recordar siempre que no la hicieron porque tuvieron que hacer la entrevista. Se evitará lo que pueda intimidar al niño porque dificulta crear el rapport (Lamb, Orbach, Hershkowitz, Esplin y Horowitz, 2007).

Número de entrevistadores.

El número de entrevistadores aconsejable serán dos de los que solo uno de los entrevistadores será el que interactúe con el menor. El entrevistador principal podrá auxiliarse de un ayudante situado fuera del campo visual de la persona entrevistada que escribirá (González, 2015). A las entrevistas van dos investigadores, uno será el principal y el segundo es un auxiliar para tomar notas y también controla cámara de grabación (Garrido y González, 2017).

El Defensor de Pueblo (2015) en su jornada de estudio sobre la escucha al menor, reúne a especialistas en la realización de entrevistas de equipos psicosociales adscritos a órganos judiciales, Ertzaintza, Mossos d’Esquadra, Policía Foral de Navarra, Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil. En esta reunión la mayoría dice que es aconsejable dos profesionales, fundamentado en que el menor no esté cómodo con quién le hace la entrevista y entonces el segundo entrevistador tomaría la iniciativa para entrevistar. Al igual que el segundo entrevistador estaría de supervisor de los medios de grabación. 

Grabación.

En la preparación no puede faltar la grabación en vídeo porque es fundamental para las entrevistas con niños. Grabar la entrevista es un requisito para que se pueda realizar un análisis posterior sobre el testimonio obtenido (Wakefield,2006). El vídeo deja un registro de la narración del menor, se puede observar la actitud y conducta no verbal en todo momento (González, 2015) y podrá servir en un futuro para que el menor no se someta a más entrevistas.

Muñoz et al., (2016) recomienda preconstituir la prueba testifical ya que los testimonios de los menores son vulnerables y con la grabación se podrá preservar el testimonio infantil y explorarlo todas las veces que sea necesario.

La grabación se pide cuando se entrevista a los adultos del menor y Muñoz et al., (2016) dice que hay que explicar que es una condición de la técnica para entrevistar y que garantiza un menor número de entrevistas con el menor.

Igualmente, posibilitará la evaluación conjunta con otros profesionales para cuando se deban emitir informes periciales de credibilidad del menor (Juárez, 2005). La grabación ayuda a que las partes se puedan contradecir (Manzanero y Muños, 2011). La grabación genera más tiempo para oír al menor ya que no se toman anotaciones y es un método para asegurar que no se realizan preguntas no adecuadas (Muñoz et al., 2016). Si existe un espacio con un sistema de circuito cerrado de cámaras ayudará a que sea una situación con menos intimidación y menos fría (Garrido y González, 2017).

Presencia padres o representantes.

Los adultos no presenciarán entrevista ya que los niños pueden experimentar sentimiento de vergüenza o alguno de los padres podría haber participado (González, 2015). Cuando el objetivo es la obtención de información lo más espontánea posible se limita al mínimo la presencia de los padres para que niño no se sienta ansioso (Carrasco, 2012). Solo y en casos excepcionales cuando el niño quiera tener una persona conocida en la entrevista, el entrevistador situará a esta persona fuera del área visual del niño, solo se le dejará estar al principio y se le dará órdenes sobre su comportamiento (Garrido y González, 2017). El motivo de no dejar pasar a los padres es porque los padres siempre quieren clarificar cuánto dice el menor (Carrasco, 2012), sin embargo, con niños muy pequeños puede ser adecuado permitir la presencia de un adulto para aportar seguridad y tranquilizar siempre que se le explique lo que tienen que hacer a los adultos. Aunque cuando se vaya a comenzar con el relato libre de los hechos, esa persona de confianza, se tiene que marchar cuando observe la señal que haya acordado con el entrevistador previamente para marcharse.

Requisitos del espacio para la entrevista.

Se tendrá en cuenta la ubicación del lugar porque es importante que tenga buena iluminación, sea privado, haya una buena temperatura y ventilación, exista mobiliario adecuado al menor y que no haya nada que distraiga al menor (Muñoz et al., 2016). Garrido y González (2017) indican que la ambientación del lugar sea agradable cuando se vea, sea sencilla y adaptadas a las diferentes edades, sin ningún distractor salvo el material dibujo y escritura.

Habrá que asegurarse que nadie ni nada puede interrumpirnos como terceros o como teléfonos (Muñoz et al., 2016) y se asegurarán que no haya ruido o que se pueda interrumpir la entrevista por cualquier causa (Garrido y González, 2017). Lo ideal es contar con diferentes áreas para realizar distintas actividades como áreas sucias para pintar o trabajar con arcilla, espacios libres, mesas distinta altura (Carrasco, 2012). Los propios domicilios suponen un beneficio ya que es más cómodo para la familia y para el testimonio porque es un ambiente donde se siente cómodos los menores (Garrido y González, 2017) y, además, estar en el lugar que ocurren los hechos ayuda al menor a explicar posiciones, posturas, etc... Se podrían utilizar sitios neutrales como pudieran ser casa de abuelos, aulas preparadas del colegio o casas de familiares en los que no haya objetos que lo distraigan como pudieran ser móviles, televisores, ruidos o bullicio de personas. Si no se pudiera en estos sitios, se podrá optar por dependencias policiales o centros escolares (Garrido y González, 2017).

4.    PREPARACIÓN DEL COMPORTAMIENTO DEL ENTREVISTADOR
Hay que tener en cuenta cada detalle de la entrevista para no cometer un error y contaminar el testimonio, la entrevista hay que organizarla con todo detalle para que no se olvide nada y evitar que se vuelva a repetir entrevista o que se tarde más tiempo en realizar la entrevista (Muñoz et al., 2016).

Adaptabilidad.

Se debe adecuar la intervención al momento evolutivo del niño (Muñoz et al., 2016) porque esto permitirá que la entrevista facilite la espontaneidad y posibilidad de interpretación de los datos obtenidos (Muñoz et al., 2016). Carrasco (2012) explica que si el entrevistador es el que no comprende, se disculpa y pide que lo repita para ayudarle a entender, para adaptar el modo de interaccionar y comunicarse a las necesidades del niño concreto hay que ser consciente de los problemas que surgen en las entrevistas y adaptarse al caso individual en función de una evaluación. Es un requisito básico que el entrevistador tiene que adecuar su intervención al niño (Muñoz et al., 2016). Para lograr esa adaptación es necesario muchas veces realizar una exploración de las competencias del niño (Contreras, Silva y Manzanero, 2015).

Bull (1995) expone que se debe evitar una presión indebida que conduzca al testigo a confabular o sentirse parte de un evento del que no ha sido testigo. No hay que repetir una pregunta inmediatamente a la respuesta de un menor para que no sientan que es una crítica a su respuesta.

Manzanero (2010) dice que hasta que un menor no tiene 3 o 4 años no diferencia que es el tiempo y tampoco sabe la diferencia de lo que es fantasía y realidad. A la edad comprendida de los tres a los cinco años se desarrolla la habilidad para comprender que una mentira implica dar información incorrecta con el objetivo de engañar (Zwiers y Morrissette, 1999). Para determinar el tiempo se referenciará con acontecimientos relevantes como cumpleaños, vacaciones, viajes… y no con fechas de números o nombres concretos.

Deseabilidad social y aquiescencia.

Podría existir deseabilidad social que es la tendencia a responder exclusivamente para contentar al entrevistador aunque no sea veraz la respuesta o la aquiescencia que es la tendencia a responder “sí” en la misma línea que se formula la pregunta (Alemany et al., 2012).

Vestimenta entrevistadores.

La ropa de los entrevistadores será informal aunque no descuidada teniendo en cuenta que si es muy informal, el niño pueda creer que es un juego (Fernández-Zuñiga, 2014). Se evitará la bata blanca ya que la temen los niños e incrementa la asimetría de la relación (Carrasco, 2012), en la misma línea se evitará realizar las entrevistas con el uniforme oficial de la Guardia Civil.

Postura corporal.

Respecto a la postura corporal (Muñoz et al., 2016) indican que se situará el entrevistador en idéntica elevación del campo visual del niño para dar sensación de igualdad y que se estimule la comunicación, se evita contacto visual directo cuando narre hechos, la postura corporal será con una poca de inclinación y no se tienen que cruzar los brazos.

Carrasco (2012) señala que se dispondrá espacio que permita interaccionar a una idéntica altura, una buena técnica para hablar con los niños más pequeños es sentarse con ellos en el suelo, también dice que si te sientas separado por algún mueble o mesa se está transmitiendo un mensaje malo porque recuerda a figuras de autoridad o a exámenes del colegio.

Objetos de apoyo durante entrevista.

Es complicado que los niños sean capaces de expresar verbalmente sus recuerdos y para ayudar a esta tarea González (2015) dice que es conveniente apoyarse en cosas para dibujar, muñecos sin características anatómicas correctas, juguetes… que puedan ayudar a los niños a expresarse. Otros autores indican que tiene efectos negativos el uso de herramientas que estimulen la fantasía o el juego (Wakefield, 2006). Algunos juguetes o herramientas pueden ser buenos para evitar que el menor pueda tener contacto visual permanente con el entrevistador durante la entrevista (González, 2015) y las actividades a realizar tienen que ser tranquilas o de poca concentración (Carrasco, 2012).

El principal recurso es la realización de dibujos por el menor (Manzanero, 2010) pero no se debe interpretar lo que dibuja el menor ya que el objetivo de pintar es la desinhibición del niño y permitir la representación de situaciones complejas (Manzanero, 2010). En los menores de edad más corta podría ser útil darles pinturas y papel (Poole y Dickinson, 2014) porque los utensilios para escribir y dibujar favorecen el relajamiento y la comodidad de la víctima (Garrido y González, 2017). Las opciones más útiles son utensilios para dibujar y pintar, bloques de construcción, los juegos de mesa, libros, muñecos y marionetas aunque es importante que lo que no se use se guarde para que no se distraiga (Carrasco, 2012). Otra opción de apoyo según González (2015) es que dependiendo del desarrollo del niño se le puede incitar a que escriba para que nos diga que ocurrió.

Cabe la posibilidad, no recomendada, de usar muñecos anatómicamente correctos para representar comportamientos sexuales o para evaluar conocimiento del niño sobre el cuerpo pero González (2015) desaconseja el uso de muñeco anatómicamente correcto y otros no recomiendan su uso en niños menores de cinco años (Hungerford, 2005). Incluso el mismo Manzanero (2010) lo desaconseja porque dice que aumenta la fantasía además de preparar para la sugestión de la información. Igualmente encuentran en un estudio que el cuarenta por ciento de los niños entre 2 y 3 años relataron falsamente que les habían tocado los genitales cuando se les preguntó sugestivamente a través de muñecos anatómicamente correctos después de una visita médica para que los examinaran sin exploración corporal (Bruck, Ceci, Francouer y Renick (1995). Garrido y González (2017) también desaconsejan el empleo de muñecos anatómicamente correctos. Solo se usarán en niños con problemas de expresión y cuando no quede clara alguna conducta, siempre después de un relato pormenorizado y nunca antes de haber agotado esas vías (Manzanero, 2010). Una derivación serían los dibujos sobre figuras anatómicas en las que el niño pueda indicar dónde ha sido el tocamiento pero no se recomienda (Willcock, Morgan y Hayne, 2006).

Tono, ritmo y forma de hablar de los entrevistadores.

Respecto a la forma idónea de hablar Muñoz et al., (2016) dice que se hará en un tono cálido y melodioso, con ritmo lento, se evita infantilizaciones del lenguaje, evitar el exceso de simpatía para no provocar ganas de complacer. No es recomendable fijar el contacto visual con el niño, la mejor opción es alternarlo ya que no se recomienda mirar fijamente cuando se hablan sobre temas complicados (Delfos, 2009) y se usará un tono de voz cálido y expresivo (Garrido y González, 2017).

Otras evitaciones.

Garrido y González (2017) señalan otras consideraciones a evitar durante la entrevista:

· Tener solo una hipótesis sobre lo ocurrido.

·         Preguntar repetidamente ya que el menor cambiará su respuesta al pensar que algo hace mal.

·         Reforzar selectivamente ciertas respuestas.

·         Inducir estereotipos negativos y evitar etiquetas.

·         Usar amenazas.

·         Empleo inadecuado de la autoridad.

·         No dar nada por supuesto y no interpretar sino solicitar muchos detalles.

·         Usar frases sencillas y ajustar el lenguaje.

·         Preguntas una a una, sencillas y cortas.

·         Dar tiempo para responder y tener paciencia. Evitar interrumpir.

·         Evitar tomar anotaciones ya que se está grabando la entrevista y tomar anotaciones despistaría al menor.

Otras consideraciones.

Habrá que contar con botellas de agua y otros utensilios para no entrar en interrupciones innecesarias (Garrido y González, 2017). Igualmente, se tendrá en cuenta algunas contemplaciones como la privacidad de espacios para evitar que personas ajenas conozcan los motivos, valoración de preferencia de la víctima por un entrevistador masculino o femenino.

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