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3.2 Entrevista

La parte de la entrevista se encuentra formada por las siguientes fases:

1.    FASE APERTURA
Esta fase consta de las partes de presentación, reglas y “rapport”. Es la primera vez que se ve al niño y los objetivos son la creación de “rapport” y contextualizar la entrevista (Muñoz et al., 2016). El “rapport” es la relación de confianza y “feeling” entre el entrevistador y entrevistado ya que para que exista un recuerdo detallado es imprescindible que exista una adecuada motivación (Kessler, Mroczek y Belli, 1999). No se debe minusvalorar la parte del “rapport” porque en gran medida la entrevista dependerá del “rapport” (Muños et al., 2016).

Se comienza saliendo a recibir al menor a la entrada y presentándose el entrevistador, entonces se le explica las funciones del entrevistador porque existe una alta probabilidad de que el menor no sepa o tenga una idea incorrecta sobre la relación que habrá entre el profesional y el entrevistado (Carrasco, 2012). Se personaliza el trato llamando por el nombre al menor para aumentar su confianza y seguridad. También es bueno dar impresión de seguridad y propiciar la atención (Ezpeleta, 2001). Se pretende que el entrevistador entre en sintonía psicológica y emocional con la víctima para hacer sentir cómoda a la víctima y que se abra para expresarse. Cuando el entrevistado no está receptivo, entonces, se recurre a puntos comunes que existan entre el entrevistador y el entrevistado mediante autorrevelaciones (Alemany et al., 2012).

El “rapport” contribuye a aumentar el número y la exactitud de datos (Boggs y Eyber, 1990). Sattler (1998) da los siguientes consejos para estable un buen “rapport”:

· Estar centrado y con plena atención.

· Dar sensación de interés a lo que cuenta. No es hacerse amigo porque puede provocar excesivas ganas de complacer (Wilson y Powell, 2001).

· Dar apoyo y seguridad.

· El menor debe ser llamado por su nombre.

· No realizar gestos cuando se está escuchando.

· Usar una entonación amable.

· El comportamiento deber ser relajado.

· Contacto visual no permanente.

· Estar atento a si el menor tiene señales de ansiedad.

Muñoz et al., (2016) señala cinco tareas para esta fase introductoria:

Primera. La recepción del menor, presentación del entrevistador con su nombre y función dónde se le explica que hace el entrevistador y se indaga para saber si el niño conoce las razones de la exploración y para saber qué persona le ha aclarado sobre esto.

Segunda. Se le explica en qué consiste la entrevista y las reglas para calmar su estrés y nerviosismo, y se le explican las razones para que no interprete una intención morbosa o de curiosidad (González, 2015). Hay que utilizarse un lenguaje fácil de comprender, así como quitarle culpa al menor y tranquilizarlo (Garrido y González, 2017). Es importante saber que los menores son menos propensos a mentir si antes te prometen que van a contar la verdad (Lyon y Evans, 2014).

Tercera. Aclarar la limitación de la confidencialidad y que lo que cuente se le traslada al Juez que es quién lo protegerá.

Cuarta. Explicar que se va a grabar la entrevista y los motivos.

Quinta. Se explican las normas y se explica la diferencia entre la verdad y la mentira. Por ejemplo, preguntándole si es verdad que es de este color específico su pantalón para asegurarse de que le menor comprende lo que es verdad y mentira. Se le explican las reglas que hay en la entrevista tales como que solo se puede decir la verdad o que si no comprende algo puede decir que no lo comprende. Los menores pueden mentir deliberadamente para evitar un castigo o consecuencia negativa aunque hacia los cinco años la mayoría reconoce que no está bien mentir (Zwiers y Morrissette, 1999). Muñoz et al., (2016) señalan otras normas como que no existen respuestas correctas ni incorrectas, que conteste no sé si no conoce la respuesta o no me acuerdo si no se acuerda, que corrija al entrevistador si se equivoca, que no conteste si no quiere, que escuche con atención y no tenga prisa en responder o que si se da cuenta que se ha equivocado al responder no pasa nada y que diga en qué se ha equivocado. Garrido y González (2017) expresan que hay que enfatizar su protagonismo y se le advierte que hay temas que no le gustará pero que tendrá que hablar. Por otro lado, se debe asegurar que una palabra se usa en idéntico sentido por todas las partes (Carrasco, 2012).

 

2.    FASE EXPLORACIÓN
Consta de las partes de exploración y entrenamiento. El objetivo es la exploración de las capacidades cognitivas y sociales que afectan a la capacidad para testificar (Muñoz et al., 2016). Hay que realizar una evaluación entre verdad/mentira, fantasía/realidad, aquiescencia, conocimiento y formación corporal y sexual, aproximación a la personalidad (Juárez, 2005). El objetivo es conseguir información para saber si el niño se puede orientar espacialmente y en el tiempo, si reconoce el menor a las personas o lugares, si el menor sabe cómo se llaman las partes del cuerpo, si sabe narrar, si el menor tiene tendencia a las sugestibilidad y si el menor sabe diferenciar la fantasía de la realidad (Garrido y González, 2017). No se menciona en esta fase nada del abuso sexual y se afianza el “rapport” con el menor.

Se le entrena para el relato libre posterior sobre los hechos ocurridos mediante el relato neutro y coetáneo que ocurrió en fechas similares al hecho denunciado y que los padres o adultos contaron al entrevistador. Se le hace describir cualquier suceso reciente con todos los detalles posibles. Se le entrena para la técnica de narración libre (Muñoz et al., 2016). Se explora la capacidad de relatar eventos familiares, eventos escolares o capacidad del recuerdo (Juárez, 2005). Si hubiera alguna evaluación de las capacidades puede ayudarse de un dibujo denominado “El Dibujo Moral” (Manzanero y González, 2013). Otras corrientes usan el Instrumento de Valoración de Capacidades CAPALIST (Contreras, Silva y Manzanero, 2015; Silva, 2013). Muñoz et al. (2016) explica que en este proceso se valora capacidades y se comprueba aspectos sobre la mentira y verdad, así como la resistencia a la sugestión. La SACD que es la unidad de la Guardia Civil con más alto nivel de especialización en obtención de testimonios a menores de edad de entre 3 y 7 u 8 años emplean una evaluación rápida con el dibujo moral según viene en el Protocolo HELPT porque aún no se sabe el desarrollo de sus capacidades, sin embargo, a partir de esa edad no suele ser necesario su uso porque los niños ya han desarrollado sus capacidades. Los niños tienen limitaciones en su testimonio porque a pesar de no comprender algunas preguntas, procuran de contestar lo mejor que saben a esas preguntas (Wilson y Powell, 2001). Se debe practicar una escucha activa, sin prisa, sin interrumpir y teniendo paciencia. En esta fase ya no se encontrará ningún adulto acompañando al menor.

 

3.    FASE NARRACIÓN
Esta es la fase del relato libre y su fin es obtener una narración sobre los hechos que sea lo más exacta y extensa posible (Muñoz et al., 2016). Se le deja claro al menor que el entrevistador no estaba en el lugar de los hechos y no sabe que pasó, y por ese motivo tiene que contarle todo para ayudarle a comprender que pasó (Alemany et al., 2012). Se debe observar si habla sobre lo ocurrido de modo espontáneo o si se han usado preguntas específicas (Garrido y González, 2017).

Carrasco (2012) dice que se usan preguntas abiertas porque es más complicado que se sugiera cualquier repuesta que se quiere escuchar, porque se puede observar el comportamiento mientras está respondiendo y porque se obtienen más datos sobre su capacidad intelectual y lingüística. En esta fase se le cede todo el control de la entrevista al menor y el entrevistador practica una escucha activa sin anticiparse. Se deber explorar otras hipótesis con las que poder aclarar cómo ocurrieron los hechos y que sabe el menor sobre los temas sexuales (Garrido y González, 2017).

El entrevistador mantiene un comportamiento que permita estimular la comunicación mediante algunos términos como continúa, ya, qué más, te entiendo… (Muñoz et al., 2016). Se animará con palabras como ajá, sigue, repetir 2 o 3 últimas palabras (Carrasco, 2012). Se usará expresiones como “adelante”, “te entiendo”, “¿qué más?” para estimular el relato del niño (Muñoz et al., 2016). Hay que comprender que los niños pueden tener dificultad en la narración libre por las expectativas del propio niño de estar acostumbrado a contestar preguntas (Delfos, 2009). Las dificultades para la narración libre la muestran en la dificultad para unir partes de la narrativa, dar una secuencia temporal a los acontecimientos e incluir información evaluativa (Aldridge y Wood, 1998).

Existen modelos de preguntas que son útiles y modelos que no son adecuadas. Según Muñoz et al. (2016) se puede clasificar las siguientes preguntas en:

Preguntas útiles son:

·         Abiertas: se responden con muchas palabras.

·         Específicas no sugerentes: preguntar sobre algo concreto sin sugerir respuesta.

·         Cerradas: se responden con pocas palabras. ¿Quién?, ¿cuánto?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cuáles?

·         Confrontación: se comprueba alguna cosa.

Y las preguntas que serían erróneas y no adecuadas son:

Respuesta si o no.
Centradas y dirigidas: mezclan autor con acción.
Respuesta de elección forzada.
Sugestivas: sugieren la respuesta.
Tendenciosas: conducen atención de víctima sobre alguna cosa que no ha dicho antes.
Capciosas: conducen atención de víctima sobre alguna cosa que no ha dicho antes y es falso es cosa.
Se podrían añadir también otro tipo de preguntas que no se pueden realizar como las siguientes:

Modo negativo: ¿no recuerdas lo que pasó?
Lenguaje inapropiado: no se adecua a la edad del niño o no lo entiende.
Preguntas justificación: ¿por qué hizo esto?
Existen protocolos para el entrevistador sobre recursos comunicativos para fomentar la narración libre en esta fase como el Protocolo de Investigación para víctimas de abuso sexual en el protocolo del National Institute of Child Health and Human Development (NICHD) (Lamb, Orbach, Hershkowitz, Esplin y Horowitz, 2007) o protocolo de Michigan.

 

4.    FASE CLAUSURA
En esta fase se cierra la entrevista y se le hace un resumen de todo para revisar lo narrado y ver si se acuerda de algo más o se le ha olvidado algún detalle. Se pregunta si tiene algo más que contar, se vuelve a hablar de un tema neutro como vacaciones o dibujos animados (Garrido y González, 2017). Se le hace saber que puede preguntar cualquier duda que tenga sobre el proceso o consecuencias de haberles contado lo sucedido (González et al., 2013). Se focaliza su interés hacia sus puntos fuertes y cosas que le gusten, incluso a temas de ocio que no tenga nada que ver (Muñoz et al., 2016). Con el objetivo de que el entrevistado abandone la entrevista con un estado de ánimo lo más positivo posible. Al menor no se le agradece que cuente los hechos sino que se le agradece que haya colaborado (González et al., 2013).

Se le da un nombre y la forma de volver a contactar si lo necesita y no se le realizan promesas que no se puedan cumplir. Se acompaña hasta la puerta y a los padres se les dará información de cómo ha ido todo, se le pregunta si tiene alguna duda para resolverla y se le dan unas orientaciones para su trato con el menor (Garrido y González, 2017).

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